Título universitario, ¿requisito indispensable para triunfar?

Por Ruth Mata 

 

Hace poco, Guillermo Lagos, director de Emprendimiento e Innovación del EGADE Business School, asistió a un evento donde participó un importante empresario de Singapur. Él comentó que entre darle dinero a su hijo para estudiar un MBA o dárselo para abrir una empresa, prefería dárselo para abrir la empresa. El empresario le preguntó a Lagos: “¿No estás de acuerdo?” A lo que él respondió: “Evidentemente no. Me da mucha tristeza que usted, siendo un hombre ícono para mucha gente, pregone esas cosas porque no está usted valorando lo que la formación académica hace en la vida de las personas.”

Pero ¿qué hace la educación en la vida de las personas? Guillermo explica que la formación superior es capaz de transformar la vida, desarrolla la capacidad de razonar, de tomar los problemas, fragmentarlos y encontrar soluciones.

En el año 2014, el Banco Mundial publicó el estudio El Emprendimiento en América Latina, en donde explica que las empresas de los países con ingresos altos tienen un porcentaje mayor de trabajadores con estudios universitarios y tienen una probabilidad más alta de ser multinacionales que las empresas de Latinoamérica y El Caribe.

Esta brecha, en gran parte se explica por la formación y las habilidades de los gerentes y emprendedores de la región. Aunque también factores externos a las empresas, como el entorno comercial y otras características de los países contribuyen a explicar el déficit de la región en innovación de procesos.

Para Guillermo, a mayor nivel de estudios existe mayor probabilidad de éxito en el emprendimiento. Sin embargo, explica, esto no quiere decir que no existan empresarios o emprendedores que con bajos niveles educativos hayan podido ser exitosos, pero no es el común.

“Yo diría que cuando estás emprendiendo tienes dos momentos: cuando buscas descifrar el modelo de negocio sobre lo que vas a emprender, donde eres una organización volátil, con mucha incertidumbre… después viene la fase de la ejecución del modelo de negocio que has diseñado, y en ese momento te transformas en una empresa y tienes que ejecutar las tareas de empresa como cualquier otra, tendrás empleados; y muchas veces el equipo que empezó la empresa no será el adecuado para que siga el modelo de negocio… y estas capacidades de ejecución ciertamente van a venir con una carrera profesional, o con una maestría o con un MBA”, dice.

Para Fernando Valenzuela, presidente para Latinoamérica de Cengage Learning, la preparación universitaria tiene diferentes grados de impacto dependiendo de lo que se estudie y de con quién se estudie: “Siempre considero que un emprendedor que tiene mayor preparación tiene más herramientas que únicamente el espíritu emprendedor que lo distinga”.

El tiempo ha hecho lo suyo y estudiar y emprender no es lo mismo hace cinco o diez años que hoy. Las universidades, opina Valenzuela, mientras más se tarden en transformarse para satisfacer las necesidades que demanda el entorno, menos impactantes e interesantes serán para los jóvenes.

“Yo creo que presenciamos el inicio de una etapa en la que no sólo se transforma el emprendimiento, sino que también se transforma la educación y el mundo profesional en general,  y la falta de coordinación de esas transformaciones se traduce en que lo que se enseña en una universidad no es relevante para el trabajo”, dice.

Él considera que la educación en general ha sido concebida bajo un esquema obsoleto, en donde los alumnos ingresan a la institución para conseguir un título o buscando el resultado de un examen y en donde los profesores buscan cumplir con un currículum. “No es importante al final el diploma, es importante la ruta y las experiencias de aprender”, dice Valenzuela.

¿Cómo tendría que ser hoy la universidad?

Estas instituciones requieren generar competencias transversales, es decir, cambiar su visión de “saber” por “saber hacer”, en donde el conocimiento generado se aplique a proyectos y genere discusiones. La transformación de los esquemas educativos, opina Fernando, necesita profesores que no sean los dueños de los contenidos, sino que hagan las veces de un curador, alguien que sea capaz de crear una experiencia, de diseñarla para que los estudiantes exploten ese conocimiento.

En el caso de los emprendedores del siglo XXI, explica, tienen una gran diferencia con respecto a las generaciones anteriores de emprendedores; su principal motivo para emprender no es financiero, y hoy la tendencia es que la gente emprenda porque siente que tiene una misión. Ésta puede manifestarse como un impacto social, quizá luchar por determinados valores, reducir la pobreza, etc.

La empresa que encabeza Fernando Valenzuela, Cengage Learning, apoya el movimiento edupreneur. Este consiste en identificar y apoyar a los emprendedores que crean nuevos sistemas de aprendizaje, gente que ha desarrollado nuevas maneras para presentar contenidos o que desarrolló alguna aplicación que facilita aprender. Valenzuela explica que en todo el mundo existen 400 empresas de este tipo y en Latinoamérica 100, de las que 25 están en México.

Obtener un título universitario definitivamente no garantiza el éxito cuando de emprender se trata, como tampoco tener un MBA le garantizará al hijo de aquel empresario en Singapur incrementar su riqueza, pero sí incrementará la probabilidad de hacerlo aún más exitoso. Eso opinaría el 84% de los millonarios que conforman la lista de Forbes, los que sí tienen un título universitario.

Fuente:http://www.forbes.com.mx/titulo-universitario-requisito-indispensable-para-triunfar/#gs.Gm3WFyI

Formalidad Laboral y Estado de Derecho

Por

¿Podríamos reducir la informalidad laboral con un Estado de Derecho más fuerte?

Foto: BID

Desde que me dedico a estudiar los mercados laborales en países en vías de desarrollo, una de mis grandes preguntas es ¿por qué la informalidad laboral en América Latina es, con persistente tozudez, tan alta? ¿Es un mal incurable? ¿Es culpa de problemas estructurales o de algún secreto maleficio contra la región? Recientemente me pregunté si parte del problema puede radicar en aspectos como la calidad del Estado de Derecho. Y decidí comparar algunos números.

Para hacer una primera exploración a la relación entre (in)formalidad laboral y Estado de Derecho, tomé como referencia el World Justice Project, que utiliza cuatro elementos para definir y evaluar el Estado de Derecho (ver nota al pie para el detalle metodológico). Los países más ricos tienden a tener mejores niveles de Estado Derecho, al menos como lo mide el World Justice Project. Los países ricos también tienden a tener mayores porcentajes de trabajadores en relaciones asalariadas formales. ¿Pero existe una relación entre el Estado de Derecho y el empleo asalariado formal, aun tomando en cuenta la riqueza de los países?

El siguiente gráfico cruza los datos del Sistema de Información de Mercados Laborales y Seguridad Social (SIMS) con las bases del World Justice Project. En el eje vertical el gráfico muestra una medida de la formalidad laboral: asalariados formales (con seguridad social) como porcentaje del total de trabajadores. Y en el eje horizontal se representa la calificación del Estado de Derecho. Las dos variables se ajustan por el PIB per cápita del país, de tal forma que los valores positivos implican que la variable tiene un valor mayor de lo esperable tomando en cuenta la riqueza del país. Lo interesante es, aun tomando en cuenta el PIB per cápita de los países, existe una relación estadística estrecha y positiva entre el indicador del Estado de Derecho y el porcentaje de trabajadores que son asalariados formales. En otras palabras: descontando el factor riqueza del país, a más respeto del Estado de Derecho, más formalidad laboral.

Informalidad laboral vs calificación del Estado de Derecho

 

 

Viendo que, a partir de esta primera aproximación sobre los datos, puede existir una correlación entre Estado de Derecho y formalidad, me surgieron nuevas preguntas. ¿Cuál sería el impacto en el mercado laboral de un Estado de Derecho íntegro? Primero, la claridad de las leyes y limitaciones del poder del gobierno podrían fomentar las relaciones contractuales que tradicionalmente están bajo la mira del gobierno. Dado que los empleos asalariados, especialmente los formales, son sujetos a mucha regulación e inspección, un Estado de Derecho íntegro podría incentivar el empleo asalariado formal. Segundo, la formalidad corresponde en muchos casos al cumplimiento de obligaciones patronales. A medida que el gobierno pueda hacer cumplir las leyes, se esperaría mayor formalidad de los asalariados. En ambos casos, se esperaría que un Estado de Derecho íntegro se asociara con un mayor porcentaje de trabajadores en relaciones asalariadas formales.

En último término, la calidad del Estado de Derecho depende también de la “calidad democrática” de un país a todos los niveles (tanto de sus instituciones públicas, como de sus individuos, empresas, asociaciones, etcétera). La calidad democrática se mide en cómo la cultura admite o rechaza determinadas actitudes y comportamientos. ¿Toleramos que un empleador intente ahorrarse un dinero contratando informalmente a un trabajador? ¿Aceptamos como normal que existan sobornos o mordidas? ¿Intentamos pagar menos impuestos justificándonos con un “todo el mundo lo hace”?

La informalidad laboral es un grave problema para América Latina y el Caribe. No sólo por la desprotección que implica per se, sino también, como explicamos en Empleos para Crecer, porque la informalidad alimenta el círculo vicioso que atrapa a millones de trabajadores (¡más de la mitad de nuestra región!) en la precariedad laboral. Existen muchas posibles explicaciones sobre estas altas tasas de informalidad laboral de la región. La falta de capital humano es un candidato. Los costos laborales no salariales, productos de la legislación laboral, cuotas de seguridad social, y el sistema impositivo es otro. Con esta entrada quería poner sobre la mesa que, posiblemente, la informalidad laboral puede ser un síntoma de una enfermedad más profunda. La falta de un Estado de Derecho íntegro podría explicar las altas tasas de informalidad en algunos países, aunque sé que el sustento empírico a favor de esta hipótesis no es contundente. No obstante, si la hipótesis se confirmara, podría explicar la sorprendente persistencia de la informalidad laboral en algunos países.

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El World Justice Project plantea los siguientes elementos como características de un Estado de Derecho:

  1. El gobierno, sus funcionarios, e individuos y entidades privadas son responsables por sus actos y son susceptibles a penalizaciones bajo la ley.
  2. Las leyes son claras, públicas, estables, justas, y se aplican de manera homogénea. Además, protegen los derechos fundamentales, incluyendo la seguridad de las personas, su propiedad, y sus derechos humanos básicos.
  3. El proceso bajo el cual las leyes se aprueban, se administran, y se hacen cumplir es accesible, justo, y eficiente.
  4. La justicia se imparte de una manera competente y ética. Adicionalmente, los representantes y neutrales relejan las características de las comunidades que sirven y tienen recursos suficientes para sus labores.

Fuente:http://blogs.iadb.org/trabajo/2017/01/31/formalidad-laboral-estado-derecho/?utm_source=newsletter&utm_medium=rssfeed&utm_content=title&utm_source=Factor+Trabajo%3A+Bolet%C3%ADn+de+Mercados+Laborales+y+Seguridad+Social+del+BID&utm_campaign=d30a51a9dd-Mailchimp+RSS&utm_medium=email&utm_term=0_c30748bc43-d30a51a9dd-189478437

¿Qué es una “buena” escuela? Los casos de China y LAC

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¿Qué explica la ventaja educativa de China sobre América Latina? En algunos indicadores educativos, China comparte muchas similitudes con los países de América Latina. Por ejemplo, el ingreso bruto de primer grado de ambos es aproximadamente igual. Indicadores como las tasas de finalización de primaria, de alfabetización de adultos, y de matrícula en primaria y secundaria también son similares. Y aunque tradicionalmente América Latina gastaba más en educación como porcentaje del PIB, en los últimos años China cerró la brecha. Además, ambos tienen una distribución desigual de los recursos disponibles para la educación.

Sin embargo, otros indicadores muestran claras diferencias. Algunos están a favor de América Latina, como las tasas de matrícula en  preescolar. Aunque China ha aumentado la matrícula de  preescolar más que cualquier país de América Latina, salvo Chile entre 1999 y 2012, China todavía tiene un menor promedio (44 versus 66 por ciento). Otras diferencias están a favor de China. Por ejemplo, la proporción alumno-profesor es mucho menor en China (18 versus 25).

Otra diferencia evidente a favor de China se observa en los diferentes resultados obtenidos  en los exámenes del 2015 del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) de la OCDE. Los resultados muestran que de las 72 economías participantes, China ocupó el sexto lugar en matemáticas, el décimo en ciencias, y el vigésimo séptimo lugar en lectura. Por otra parte, los países latinoamericanos ocuparon los puestos más bajos. En las tres materias evaluadas en PISA, los 10 países latinoamericanos que participaron calificaron entre el 50% inferior (ver la Tabla 1 para el caso de matemáticas y ciencias). ¿Qué explica el rendimiento superior de China? Una respuesta sencilla es que China tiene mejores escuelas que los países de América Latina y el Caribe (LAC). ¿Pero qué hace que las escuelas sean buenas? Una comparación entre algunas características de las escuelas chinas y las de América Latina y el Caribe (LAC) demuestra por qué China ha sido durante años un país de superior rendimiento.

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Desde una perspectiva sistémica, el sistema educativo de China tradicionalmente ha utilizado instrumentos de evaluación más que los países de América Latina y el Caribe. Un ejemplo es el examen de admisión a la universidad, también conocido como Gaokao, que fue creado en 1952 y es el principal instrumento para decidir quién entra a las instituciones de educación superior. La admisión a las escuelas de secundaria (secundaria superior) también requiere pruebas específicamente diseñadas. En las escuelas de secundaria inferior, las escuelas utilizan pruebas de preselección para seleccionar a los estudiantes especialmente talentosos  antes de colocar a los otros estudiantes en las escuelas cercanas por lotería.

La autonomía es otra clara diferencia. Esto es importante porque una literatura creciente indica que la autonomía mejora el rendimiento estudiantil. Aunque América Latina ha estado experimentando con la gestión basada en las escuelas (“school-based management”), China durante muchos años ha permitido que las escuelas tomen más iniciativa en el manejo de las escuelas en términos pedagógicos y financieros. Algunas de las experiencias de gestión basada en las escuelas en América Latina se centran en el manejo de una pequeña porción del presupuesto no salarial y han sido limitadas. Modelos autónomos reales, con fuerte participación de los padres en el manejo de personal, tales como EDUCO en El Salvador, han sido desmantelados aun cuando mostraban resultados positivos. En contraste, en China las escuelas no sólo tienen autonomía para decidir sobre el plan de estudios de la escuela (hasta 20% del total), sino que también se les anima a experimentar con innovaciones en pedagogía, evaluación, gestión y colaboración con el sector privado. Los resultados no sólo informaron el proceso de formulación de políticas, sino que también se convirtieron en puntos de referencia regionales y nacionales para propósitos de evaluación.

Otra diferencia sistémica es la rendición de cuentas, en particular cuando se refiere a los profesores. Aunque a nivel nacional, la autonomía de personal en China está apenas emergiendo, a nivel provincial y municipal ya está más establecido. Los cuatro municipios y provincias chinos incluidos en PISA tienen mecanismos de monitoreo para evaluar el desempeño docente, por ejemplo, para que los docentes que no se estén desempeñando adecuadamente puedan ser removidos del aula. El monitoreo del desempeño de los docentes también se utiliza para elaborar planes de desarrollo profesional de los docentes, y una parte sustancial del presupuesto operacional de las escuelas se utiliza para este fin. Pero este no es el caso en América Latina.

Una última característica sistémica es la duración del año académico. En China el número de días de clase en el calendario escolar es cerca de 200 días, mientras que el promedio en América Latina es alrededor de 180 días. La duración de la jornada escolar también es más corta en los países de América Latina y el Caribe (LAC); China tiene en promedio al menos 2 horas más de actividad pedagógica por día. Esta es una diferencia crucial, dado que hay evidencia que el tiempo de tarea es crítico para obtener resultados. Esto es empeorado por el hecho de que en realidad los estudiantes de América Latina tienen menos días de escuela de lo estipulado. En América Latina, desde México hasta Argentina, los 180 días de escuela que hay en teoría son solo una referencia, pues en muchos países las huelgas recurrentes causan la pérdida de un número significativo de días de escuela. En China no ocurren las huelgas docentes, por lo que 200 días de clases significan 200 días. Además, la interrupción del aprendizaje causada por el ausentismo docente es un problema en América Latina, mientras que en China este problema es mínimo. Afortunadamente, este es un tema al que los investigadores y los profesionales le están prestando más atención porque hay poca evidencia sistemática sobre el tema, y es necesario encontrar maneras de aumentar con eficacia el tiempo de tarea en América Latina si queremos alcanzar mejores resultados educativos.

Otra diferencia importante es en relación a los docentes. China tiene procesos de selección docente muy rigurosos. En las cuatro provincias y municipios incluidos en PISA 2015 la selección de los docentes es estricta, especialmente para los directores de escuela. Los docentes son normalmente evaluados durante un período probatorio de un año antes de ser contratados formalmente por los distritos escolares. Los estándares de enseñanza y los objetivos de aprendizaje están bien alineados con el material educativo, y los sistemas de evaluación, las obligaciones docentes y las expectativas y horas de trabajo son claros. Las promociones y salarios están ligados al desempeño. La transferencia y la rotación de maestros se realizan con base en las necesidades del sistema, enfocándose en las escuelas de bajo rendimiento y dónde viven los alumnos más desfavorecidos. Esto es raramente el caso en los países de América Latina y el Caribe (LAC), donde los maestros a menudo son asignados a las escuelas según preferencias de antigüedad.

En términos culturales, podemos identificar diferencias significativas entre China y los países de América Latina. En China hay un ethos educativo que premia el desempeño académico. En América Latina, por el contrario, es a veces frustrante la falta de ambición intelectual de los niños para lograr buenos resultados educativos. Aunque en ambas regiones los padres se dan cuenta que más y mejor educación ayudará a sus hijos a obtener un buen trabajo y mejorar su calidad de vida, la población china valora los esfuerzos individuales por lograr resultados mucho más que los latinoamericanos. En China, a diferencia de los países de América Latina, todavía hay una creencia que el esfuerzo vale la pena y que uno puede salir adelante trabajando duro. En resumen, en China los padres le dan mayor importancia a la educación que los padres en América Latina.

En conclusión, como lo demuestra el caso de China, las escuelas de superior rendimiento existen en sistemas que cuentan con suficiente información (evaluaciones) para generar indicadores educativos claros, para que los actores relevantes puedan evaluar el sistema en términos de indicadores de eficiencia internos y externos y pueden monitorear el progreso y las tendencias generales. Las buenas escuelas existen en lugares donde el personal tiene la autonomía para definir acciones pedagógicas y administrativas con resultados, y un sistema de rendición de cuentas que produzca incentivos basados en los resultados observados. Pero esto no es suficiente. Las  buenas escuelas también requieren de insumos educativos de calidad, como maestros efectivos y actitudes culturales de los estudiantes y sus familias que promuevan el alto rendimiento académico.

Eduardo Vélez Bustillo es un consultor independiente con 40 años de experiencia en el sector de educación. Catherine Yan Yang es Directora de Intercambio Internacional del Instituto Nacional de Ciencias Educativas en China.

Crédito de la Imagen: Students learning / Flickr / CC by 2.0

Fuente:http://www.thedialogue.org/blogs/2017/01/que-es-una-buena-escuela-los-casos-de-china-y-lac/?lang=es

Escasez de talento

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En los últimos años, muchos representantes de empresas alrededor del mundo han manifestado una gran dificultad para cubrir satisfactoriamente sus puestos de trabajo. Esto, debido a la falta de habilidades técnicas y de experiencia laboral en los candidatos disponibles.

La escasez de talento representa una seria amenaza para las empresas, debido a que un trabajador inadecuadamente preparado se traduce en bajos niveles de productividad, además de gastos para la empresa.

De acuerdo con la encuesta Escasez de Talento 2016-2017, realizada por Manpower, los patrones aún tienen dificultades para cubrir sus puestos de trabajo:

  1. El 24% afirma que los candidatos no cuentan con la experiencia necesaria para cubrir los puestos.
  2. El 20% afirma que los candidatos buscan mayores expectativas de sueldo.
  3. El 19% afirma que existe una gran falta de candidatos adecuados al puesto.
  4. El 14% de los encuestados afirma que los candidatos carecen de habilidades técnicas.
  5. El 8% afirma que los candidatos no cuentan con las habilidades profesionales requeridas.

A continuación, se enlistan los 10 puestos de trabajo que, según los empleadores, representan mayores problemas para ser cubiertos en México:

  1. Operadores de maquinaria/producción
  2. Representantes de ventas
  3. Personal de apoyo de oficina
  4. Técnicos
  5. Trabajadores certificados en algún oficio
  6. Ingenieros
  7. Gerentes/Ejecutivos
  8. Obreros
  9. Personal de contabilidad y finanzas
  10. Personal de Tecnología de la Información

Una oportunidad para destacar

Desde la perspectiva de los aspirantes a puestos de trabajo, la escasez de talento debe percibirse como una gran oportunidad en el mercado laboral, y como un incentivo para incrementar los conocimientos y las habilidades que les permitirán ocupar puestos de mayor relevancia dentro de las organizaciones. En este sentido, los aspirantes deben complementar su formación, certificar sus habilidades, y tratar de adquirir experiencias profesionales que aumenten sus posibilidades en el mercado laboral.

¿Qué buscan las empresas?

Actualmente, son cada vez más los empleadores que se inclinan por aspirantes proactivos, improvisadores, dinámicos, y capaces de realizar múltiples funciones.

De acuerdo con diversos representantes de empresas, el perfil idóneo del candidato debe estar conformado por cualidades básicas, como son:

  • Capacidad para relacionarse con otras personas
  • Habilidad para solucionar problemas
  • Capacidad para comunicarse de manera asertiva
  • Habilidad para pensar de forma estratégica
  • Capacidad para reconocer las aptitudes de los demás y aprovecharlas
  • Habilidad para motivar a otras personas y potenciar sus aptitudes
  • Actitud de liderazgo

Aunque la escasez de talento es un problema que afecta a la mayoría de las empresas, son los aspirantes a los puestos de trabajo quienes tienen a su alcance una gran parte de la solución y, a la vez, la oportunidad para destacar en un mercado laboral cada día más competido haciendo uso de sus aptitudes, habilidades y conocimientos.

Fuente:http://www.observatoriolaboral.gob.mx/swb/es/ola/escasez_de_talento

¿Cómo sí? Prioridades para la educación en 2017

Evaluación docente. (Cuartoscuro)

Por Juan Alfonso Mejía López y Jennifer L. O’Donoghue.

La reforma al Artículo 3º Constitucional del 2013 coloca la defensa del derecho a aprender como la máxima prioridad y busca orientar el sistema educativo nacional hacia el aprendizaje. Pero a casi cuatro años de su promulgación, no estamos donde deberíamos estar. La semana pasada Mexicanos Primero presentamos cinco barreras que limitan la implementación de la reforma constitucional y nuestra capacidad de aprovechar plenamente los cambios estipulados en la ley.

Esta semana respondemos a la pregunta, ¿qué tenemos que hacer en 2017 para remontar estas barreras?

La presente coyuntura es una gran oportunidad para quienes creemos en la necesidad de transformar el sistema educativo. Entre 2016 y 2017, 16 entidades de la República habrán renovado sus gobiernos y, con ellos, la posibilidad de refrendar su compromiso con el derecho a aprender de las niñas, niños y jóvenes de sus respectivos estados.

Estos estados tienen bajo su responsabilidad a casi la mitad – 12.8 millones – de las y los alumnos en educación básica. Es una oportunidad inigualable.

Presentamos diez prioridades para la educación en el 2017, haciendo un llamado, en particular, a los gobiernos estatales, a que cumplan con su responsabilidad y lideren la transformación educativa en sus estados. Asimismo, hay tareas impostergables para las autoridades federales.

Para los gobiernos estatales:

1. Asegurar que todas las plazas docentes sean asignadas por concurso, en ingreso y promoción. Transparentar y confirmar la concordancia entre el número de vacantes definitivas y los lugares concursados en las convocatorias, respetar el orden de prelación y dar certeza de que se respeta la ley en las “regularizaciones”.

2. Involucrar a todos los docentes en experiencias de formación continua relevantes y pertinentes para su contexto. Dar oportunidades de formación continua según las necesidades de sus alumnos y las problemáticas específicas de sus escuelas.

3. Depurar la nómina docente, evitando desvíos o pagos a comisionados, con el Sistema de Información y Gestión Educativa funcionando y alimentado por información desde cada escuela.

Arreglar sobre todo el caso de puestos administrativos que son pagados con sueldos que corresponden a maestros; es inaceptable que los propios titulares de las secretarías de educación estatales se carguen a la nómina docente.

4. Asegurar la evaluación de desempeño con los nuevos procesos diseñados por el INEE. Retomar la evaluación de los maestros, ofreciendo un ambiente sereno y digno, y cumpliendo con que la selección de maestros a evaluar se haga con visión educativa.

5. Activar efectivamente el Sistema de Asistencia Técnica a la Escuela (SATE). Asegurar que la supervisión, los asesores técnico-pedagógicos y los servicios de apoyo tengan los perfiles adecuados, y que esta red de apoyo atienda con preferencia y focalización a las escuelas y zonas más marginadas.

6. Iniciar la calendarización del fortalecimiento y diagnóstico de las necesidades en cada comunidad escolar para la implementación del nuevo Modelo Educativo. La autonomía curricular no se concretará en mejores aprendizajes y prácticas si las autoridades locales no se esfuerzan por conocer y apoyar a las comunidades escolares.

7. Impulsar la participación social para que los Consejos de Participación Social fortalezcan capacidades y tomen decisiones, se realicen las Jornadas de Transparencia y se active el sistema de quejas con seguimiento. Los tres elementos son deberes señalados en la ley.

8. Operar con pulcritud y transparencia la asignación de contratos de las obras del programa Escuelas al CIEN. Asegurar que los contratos se asignen según la ley y que los materiales, especificaciones, costos y aprobación de la comunidad son adecuados y honestos.

Para el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE):

9. Asumir su autonomía y funcionar como garante de la evaluación para la mejora. Cumplir en su dimensión de órgano constitucional autónomo para asegurar la calidad en los instrumentos así como en la aplicación de la evaluación y que ésta retroalimente a las personas y al sistema educativo.

Para la Secretaría de Educación Pública (SEP):

10. Poner inmediatamente en marcha la transformación de la formación inicial docente. Presentar el plan pendiente respecto a las escuelas formadoras para que respondan tanto al nuevo perfil marcado por la ley como a las expectativas del Modelo Educativo.

La transformación educativa en México, de la cual forma parte la reforma al Artículo 3º Constitucional del 2013, responde a un proceso de largo aliento. No inició con la presente administración y sin duda la trascenderá. Como proyecto social, es responsabilidad de todas y todos nosotros. Identificar prioridades es un primer paso; hagamos que las autoridades asuman su parte para que el 2017 sea el año en que superamos las barreras que obstaculizan la garantía del derecho a aprender en México.

Fuente:http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/como-si-prioridades-para-la-educacion-en-2017.html

Apenas una tercera parte de los cibernautas mexicanos muestran rasgos de una cultura en pro del ambiente

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  • 50% no separa la basura en orgánica e inorgánica ni los desechos para reciclar (papel, cartón, PET, etc.)
  • 34% deja su teléfono celular cargando toda la noche
  • Sólo 23% dice desconectar los aparatos eléctricos cuando no los ocupa

A pesar de los grandes problemas que atraviesa nuestro planeta en términos de calentamiento global y su impacto en el medio ambiente (calentamiento de los océanos, aumento de las temperaturas globales, incremento en el nivel del mar, entre otros) [1], los cibernautas mexicanos no parecen tener una amplia cultura de cuidado del ambiente y un adecuado manejo de la energía en sus hogares y mantienen prácticas que se considera que atentan contra el medio ambiente, de acuerdo con el último estudio desarrollado por el Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México.

Los entrevistados que tienen en su mayoría (71%) licenciatura o posgrado, reconocen tener en su hogar artículos de eficiencia energética (72%), usar preponderantemente gas LP (53%) y contar con un promedio de 18 focos en su hogar. 74% reconoce tener focos ahorradores de energía, 18% de LED y 8% incandescentes.

Muchos de los electrodomésticos que tienen los cibernautas en sus hogares no son ahorradores de energía. En el caso de las lavadoras (que prácticamente todos tienen) el 44% no son ahorradoras, los calentadores 35% no son ahorradores, el 61% de las planchas y licuadoras no son ahorradoras y 41% de los hornos de microondas tampoco lo son. El problema es que del resto de los electrodomésticos los usuarios no saben si son ahorradores por lo que la probabilidad de que no lo sean es muy alta. Lo mismo ocurre con los televisores o pantallas. 50% de quienes los poseen comentan que o no son ahorradores o no saben si lo son. Las secadoras o planchas para el cabello tampoco son ahorradoras de energía (60%).

Adicional al hecho de que los aparatos que se tienen en el hogar no necesariamente son ahorradores de energía, los cibernautas mexicanos mantienen prácticas poco favorecedoras para el medio ambiente: 68% deja cargando su celular toda la noche siempre o algunas veces, 50% no separa la basura en orgánica e inorgánica ni los desechos para reciclar.

51% reconoce que algunas veces o siempre deja la luz de la habitación encendida cuando sale. También hay un porcentaje interesante (cerca del 20%) que suele dejar la televisión encendida toda la noche.

Beber agua embotellada parece una moda importante entre el 55% de la población y el problema no es beber agua embotellada, el problema es no reciclar los envases. Por increíble que parezca, solamente 17% reconoce comprar siempre pilas recargables, el resto de los participantes no necesariamente lo hace así. 41% reconoce apagar la computadora mientras se va a comer o cenar, sin embargo, el restante 60% no necesariamente lo hace así.

Indiscutiblemente para fomentar una cultura de cuidado del medio ambiente y uso de las energías sustentables, es necesario contar con la infraestructura que se requiere. En la gran mayoría de los casos, los participantes manifiestan que no hay cerca de los lugares por los que se mueven regularmente, contenedores especiales para tirar pilas (49%), celulares (61%), medicamentos (63%), televisores o computadoras (59%); lo cual naturalmente se ha traducido en que no se desechan estos artículos de manera adecuada.

35% de los entrevistados considera que el consumo de energía eléctrica en su hogar es excesivo para el número de personas que habitan en él, mientras que para 47% este consumo se considera “normal”. Con base en las prácticas de la mayor parte de los respondientes, se puede plantear la hipótesis de que los consumos podrían reducirse sustancialmente si las personas tuvieran cotidianamente prácticas más amigables con el medio ambiente. De hecho, 45% reconoce que el consumo de luz en su hogar ha disminuido un poco a partir del uso de artículos eficientes o ahorradores de energía e incluso un 24% reconoce que el consumo se ha reducido considerablemente.

Se requiere un trabajo importante en el fomento de una cultura orientada al cuidado del medio ambiente, que tiene que ir aparejada con la presencia de infraestructura y mecanismos que favorezcan, por ejemplo, el adecuado desecho de materiales contaminantes y el uso eficiente de la energía en el hogar.

Fuente:https://mx.universianews.net/2017/01/25/apenas-una-tercera-parte-de-los-cibernautas-mexicanos-muestran-rasgos-de-una-cultura-en-pro-del-ambiente/

¿Gobernar por intuición o gobernar con evidencia?

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Por:

 

Si bien la intuición siempre es importante al momento de la toma de decisiones, tomar decisiones basadas en evidencia parece algo básico para cualquier gobierno, ¿no?

Sin embargo, como sabemos quienes trabajamos con la gestión pública, esto no siempre ocurre. Por distintos motivos: (1) la ausencia de datos confiables y oportunos o el exceso de datos, que muchas veces inclusive son contradictorios; (2) las pocas evaluaciones de impacto que demuestren lo que funciona o, cuando las hay, de lenguaje académico, poco accionables, y con una velocidad distinta a la que requiere la gestión, (3) los tiempos de la política, que requieren muchas veces decisiones inmediatas para intentar solucionar problemas y, por lo tanto, están lejos de ser perfectas; (4) el desconocimiento de los servidores públicos del know-how más reciente en temas como datos masivos y el potencial de las tecnologías de información; y (5) la ausencia de liderazgo de la máxima autoridad política para el uso de datos, entre otros.

Por suerte para la ciudadanía, en estos últimos años hemos visto avanzar los modelos de gestión enfocados en prioridades y basados en evidencia en América Latina, siguiendo una tendencia que se da también a nivel global.

Estos avances se han apoyado de forma creciente en tecnologías de información cada vez más sofisticadas, con datos más frecuentes y más precisos, georreferenciados, individualizados, disponibles en tiempo real, que con su uso para la gestión permiten desde llevarle servicios específicos a la puerta de la casa a quienes más los necesitan, hasta analizar datos masivos para reducir incendios en ciudades o prevenir el crimen, mejorando la efectividad de las políticas públicas y, a fin de cuentas, mejorándole la vida a los ciudadanos.

Las ciudades de Buenos Aires (Argentina) y Recife (Brasil), el Estado de Pernambuco (Brasil) y los gobiernos nacionales de Chile (2010-2014), Colombia (desde 2015) y próximamente Perú, entre otros, han adoptado modelos de gestión que usan datos en tiempo real para asegurar el cumplimiento de las máximas prioridades de gobierno, que responden a las promesas de campaña por las cuales fueron elegidos democráticamente sus autoridades.

En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, a fines de 2015 el nuevo Jefe de Gobierno definió 35 compromisos con metas específicas, que fueron anunciados públicamente. Estos compromisos tienen resultados claramente medibles para los ciudadanos, que deben ser alcanzados antes del final del mandato en 2019. Tres ejemplos: duplicar la cantidad de alumnos que tienen desempeño superior en las pruebas de matemáticas, solucionar reclamos de baches en las calles en menos de 15 días, y lograr una frecuencia de 3 minutos en la red de subterráneos.

Para lograrlos, la Secretaría General y la Jefatura de Gabinete desde el Centro de Gobierno vienen apoyando a los ministerios en la identificación y preparación de las estrategias que se espera que contribuyan a alcanzar los objetivos, con acciones específicas, responsables y plazos, así como los datos y fuentes de información que serán necesarias para medir su avance.

Las reuniones periódicas de seguimiento, presididas por el Jefe de Gobierno, retoman estas estrategias y miden el progreso. Si algo no va bien, se trabaja en identificar las causas de los retrasos y en apoyar al ministerio responsable para resolver los posibles cuellos de botella. Para todos los compromisos se proveen reportes periódicos de avance, que son públicos y son reportados por la prensa.

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35 compromisos del GCBA 2016-2019. Fuente: GCBA

Hace poco tuvimos la oportunidad de aprender de algunas de las mejores prácticas internacionales en modelos de gestión enfocados en prioridades y basados en evidencia en un evento organizado por el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y el BID. Se presentaron experiencias del Reino Unido, de las ciudades de Chicago y Nueva York, y de Recife, además de trabajos de las universidades de Harvard y Oxford, entre otros. También participaron altos funcionarios del gobierno nacional de Argentina, que está comenzando a tomar un enfoque similar, y funcionarios del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que compartieron su experiencia.

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La intuición siempre es importante al momento de la toma de decisiones, en especial en contextos con baja calidad de información y complejos, pero si lo hacemos con evidencia, aprovechando las nuevas tecnologías disponibles y adaptando los modelos de gestión implementados exitosamente por otros gobiernos, los resultados siempre van a ser mejores para los ciudadanos.

Fuente:http://blogs.iadb.org/gobernarte/2017/01/10/gobernar-por-intuicion-o-gobernar-con-evidencia/

 

5 tendencias que transformarán la forma de trabajar en 2017

En noviembre de 2016 la tasa de desocupación bajó 3.6%, su nivel más bajo de 2008. Para este año existen cinco tendencias que moldearan la forma como trabajamos.


Foto: Reuters.

A raíz de la política proteccionista de Estados Unidos que promueve Donald Trump, 2017 será un año de incertidumbre también en el aspecto laboral.

La mitad de los jóvenes en México en edad de trabajar se suman a las filas del desempleo, debido a que el crecimiento de la economía mexicana es insuficiente, aseguró Alfonso Navarrete Prida, secretario del Trabajo y Previsión Social (STPS). Aunque en noviembre de 2016 la tasa de desocupación cayó 3.6%, su nivel más bajo de 2008,

Un estudio de Apli, empresa de reclutamiento online elegida como mejor startup de México en 2016, explica las tendencias que definirán el mercado laboral en los próximos 12 meses.

Flexibilidad en aumento

México se sube a la tendencia global al trabajo flexible, que varios estudios internacionales  predicen que llegará al 40% de la población activa en los próximos años. En 2016, 55 millones de personas en EUA consiguieron ingresos con trabajos flexibles. El 60% de ellos tienen un salario fijo que suplementan con trabajos eventuales. El 40% restante son trabajadores independientes a tiempo completo, quienes trabajan en promedio 36 horas por semana y eligen típicamente esta opción para ser dueños de su tiempo. El 79% de los trabajadores flexibles de todas las modalidades prefieren su trabajo a las opciones tradicionales y el 50% dicen que no se cambiarían a un trabajo tradicional por ningún tipo de salario.

En México, según datos de Google, el interés en trabajos “freelance” se duplicó en los últimos 12 meses. En el mismo periodo, las búsquedas de trabajos a medio tiempo crecieron un 32% y las de trabajos desde casa un 15%.

La tecnología invade el trabajo

En 2017, las apps más populares llegarán también al trabajo. Las aplicaciones empresariales facilitan enormemente la colaboración en equipo, permitiendo crear conversaciones como en Whatsapp y estar al día de las noticias tan fácilmente como en Facebook. A la cabeza de las aplicaciones de colaboración profesionales está Slack, que desde su lanzamiento en 2013 ha llegado a los 4 millones de usuarios diarios. Facebook ha lanzado recientemente su primera app para negocios llamada Workplace, ya utilizada en México en empresas como Linio. Microsoft está también entrando a este mercado con Teams, una aplicación propia lanzada a finales de 2016.

Las empresas más pioneras implementarán tecnologías futuristas inspiradas por el éxito de Pokémon GO y las aplicaciones de inteligencia artificial, comenzando por los procesos de reclutamiento. GE realiza visitas virtuales a sus centros de trabajo para que sus candidatos visualicen cómo será su trabajo. IBM utiliza robots con tecnología Watson en sus visitas a universidades. En México, Apli realiza todo su reclutamiento con bots de Messenger con reconocimiento de lenguaje.

La generación Z llega al trabajo

2017 será el primer año en que trabajadores de la generación Z entren de lleno al mercado laboral. Más de 22 millones de mexicanos nacidos entre 1995 y 2005 son parte de este grupo según datos del INEGI. La característica más destacable de esta generación es haber utilizado internet y las redes sociales desde una edad temprana. La generación Z se siente cómoda con la tecnología y son capaces de repartir su atención en varias tareas profesionales y personales en paralelo. Tienen la reputación de ser menos enfocados, más individualistas y con mayores  expectativas que las generaciones anteriores. Por otro lado, son menos materialistas y más escépticos de los mensajes corporativos. Esta generación pondrá presión en sus empresas para incorporar tecnologías de colaboración al trabajo, flexibilizar condiciones laborales, reducir importancia de jerarquías y alinear los intereses económicos con objetivos sociales.

Automatización – oportunidad y riesgo

Un estudio de la Universidad de Oxford  encontró que las tecnologías actuales pueden automatizar el 45% de los trabajos. Otras tecnologías en proceso de desarrollo, como la capacidad de entender el lenguaje natural al nivel de un ser humano, elevarán el porcentaje de trabajos en riesgo hasta el 60%. Según un estudio de McKinsey, los trabajos con tareas manuales predecibles o procesamiento repetitivo de datos son los que tienen mayor riesgo de ser sustituidos por máquinas. Las posiciones de televentas, atención al cliente, capturista de datos y administrativos sufrirán el mayor impacto. Por el contrario, los trabajos que requieren de gestión de personas y creatividad aumentarán su importancia en la era de la automatización. Entre los trabajos más seguros se encuentran los de maestro, profesional de la salud, vendedor, mesero, especialista en marketing y los puestos directivos en general.

El fin del traje y la corbata

En un mercado laboral con bajo índice de desempleo, las empresas tienen que trabajar más duro para atraer talento. Una de las formas más económicas y efectivas de crear un entorno de trabajo atractivo es relajar el código de vestimenta. El gran éxito de empresas de tecnología como Google y Facebook, con políticas de vestimenta flexibles, ha dado legitimidad a los líderes que promueven cambios similares en otras industrias. El año anterior, multinacionales del sector financiero como JPMorgan Chase y PriceWaterhouseCoopers eliminaron el mandato de vestir con traje y corbata todo el tiempo. La clave para conseguir los beneficios de la flexibilidad pero mantener la imagen de la empresa es confiar en los trabajadores. La tendencia en 2017 es pasar a cada trabajador la responsabilidad de la elección de su vestimenta en función del trabajo que vaya a realizar: más formal cuando visite a clientes tradicionales y relajado el resto del tiempo.

Fuente:http://www.forbes.com.mx/5-tendencias-transformaran-la-forma-trabajar-2017/#gs.gc.o_slfkw

Mejor, mínimo, un salario

Por:Manuel J. Molano

Todos los mexicanos debemos desear que las familias de nuestro país tengan un ingreso que alcance para vivir dignamente. Este objetivo no es solamente correcto desde un punto de vista ético. Si las familias tienen mayor ingreso, pueden ahorrar y consumir más, y eso facilita que la economía crezca. En el declive de la masa salarial de México (ver gráfico de México, ¿Cómo vamos? aquí) está buena parte de la explicación de por qué la economía interna no es un motor para el crecimiento en nuestro país.

En IMCO calculamos usando los microdatos de ENOE del INEGI correspondientes al tercer trimestre de 2016, hay 644.4 miles de trabajadores formales que ganan un salario mínimo. Subir el salario, por mandato de autoridad, a este grupo de población que representa un poco más del 1% de la PEA no debería tener enormes efectos de corto plazo, ni en los precios, la inflación o la tasa de participación laboral, menos la de desempleo. Una espiral de precios-salarios se desataría en un entorno inflacionario, con políticas fiscales y monetarias simultáneamente irresponsables.

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El incremento en los costos laborales de toda la economía ocurriría si todos los contratos laborales se negociaran con base en el nivel del salario mínimo. Si un porcentaje alto de la PEA negocia sus salarios colectivamente, a través de un sindicato, podríamos esperar que el incremento decretado por la CONASAMI fuera generalizado. No hay estadística muy reciente, pero con datos de la OIT correspondientes al año 2013 podemos ver que la tasa de densidad de sindicalización en la economía mexicana es de 13.6%. El promedio de los países presentados por la OIT es 23%, y el máximo es 80.6%.

El incremento del salario mínimo decretado a finales de 2016 es, en realidad, poco relevante. Sin embargo, es una victoria política para sus proponentes, porque representa un cambio de paradigma. La política mexicana en términos del salario mínimo ha sido mantener ese precio oficial en niveles extremadamente bajos. La idea atrás de este tipo de política es que cada tipo de trabajo encuentre su nivel salarial mediante un mecanismo de mercado. La izquierda mexicana ha criticado estas políticas, calificándolas de insensibles, inconstitucionales (un salario mínimo no puede lograr el “salario remunerador” al que se refiere la Constitución), contrarias a la tendencia internacional (ver el artículo de José Merino en Animal Político, donde muestra que el salario mínimo mexicano es el más alejado del ingreso per cápita nacional). Hay un movimiento fuerte y con amplio respaldo social para tener salarios mínimos más altos.

Como economista, no puedo estar de acuerdo. Presentaré aquí algunos de mis argumentos, y más que concluir contundentemente sobre el asunto, quisiera dejar algunos puntos sobre los cuales tenemos que investigar más los interesados en la materia.

El mercado laboral es un mercado que funciona de manera imperfecta. Ello implica que para la mayoría de las ocupaciones, el salario de mercado se parece a la productividad del trabajador en el margen. IMCO ha acumulado mucha evidencia al respecto para los profesionales, y para la gente que estudió la educación básica. A través de nuestro portal Compara Carreras, la gente puede comparar el salario que puede obtenerse a partir de distintas actividades profesionales. Hay un premio salarial a partir del avance educativo de las personas. Ver la gráfica usando la ENOE 2016-I.

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Ello implica que la productividad de las personas sí influye en su salario. Los proponentes de un salario mínimo mucho más alto para México han argumentado que el vínculo salario-productividad se extravió. Yo no lo veo tan perdido, pero bueno. Seguramente ya alguien me refutará.

La productividad marginal del trabajo también tiene un componente de capital, sobre todo si el trabajo y el capital son complementos, no sustitutos, en la función producción. En el caso del mexicano más pobre, que trabaja en el sector informal, el componente de capital de la función producción es cero. Por eso, la productividad de este tipo de trabajador no ha subido siguiendo la acumulación de capital (físico o humano) de los deciles de ingreso superiores en la economía mexicana. A quien le interesan estas cosas, puede consultar las matemáticas del asunto aquí.

Es decir: Juan y Pedro pueden tener desenlaces de productividad muy distintos por dotaciones diferentes de capital humano, capital físico, por estar en un entorno que en general favorece una mayor productividad de los factores de la producción, o por problemas de información. Los proponentes del salario mínimo tienden a creer que el problema de información (no están cobrando correctamente por su trabajo, hay un monopsonio del factor trabajo, o un patrón que aprovecha un asimetría de información) son los únicos problemas del mercado laboral y que la única manera de resolverlos es imponer un salario mínimo. La hipótesis de monopsonio para todos los casos podemos ir descartándola porque eso implicaría que hay un arbitraje infinito, y ganancias extranormales sin fin, para las empresas y sus accionistas. No solamente no hay evidencia de que esto ocurra: mantener este desequilibrio permanentemente es imposible.

Mi hipótesis es que hay mucho que resolver en temas de capital humano, capital físico y productividad total de los factores, y que la distorsión impuesta por un salario mínimo alto puede tener efectos graves de largo plazo.

Consideremos el origen de las políticas de salario mínimo. Starr (1981) dice que hay precedentes de salario mínimo en el Código de Hamurabi, pero que el salario mínimo nace en Australia y Nueva Zelanda a inicios del S. XX. Thomas Leonard, en su libro Illiberal Reformers señala que en los Estados Unidos, la política de salario mínimo fue impuesta por proponentes de la eugenesia y las teorías de la desigualdad racial. Un chino, que vivía solamente de arroz en viviendas muy pobres, no podría posiblemente ganar lo mismo que un estadounidense blanco, que estaba manteniendo a su familia a partir de los salarios. Dado que la gente con discapacidades podría trabajar por menos dinero, Leonard dice que el salario mínimo fue propuesto como un mecanismo para no permitir que inmigrantes y personas con discapacidades pudieran cobrar menos por el trabajo.

Los proponentes de un salario mínimo alto dicen que es importante como una señal, para mejorar los ingresos laborales. Los ingresos laborales han mejorado en el mundo avanzado, pero creo que ese avance es atribuible a la productividad y a la acumulación de capital, no al salario mínimo. Una prueba de causalidad nos podría sacar de dudas. Ojalá Merino, con esa gran capacidad para la estadística que tiene, pudiera correr una prueba de Granger que mostrara el efecto del salario mínimo en los ingresos laborales promedio, la masa laboral, la acumulación de capital, y el crecimiento económico en los países avanzados. Hasta el momento, nadie ha producido ese tipo de evidencia.

Más aún, creo que deberíamos investigar otras hipótesis. El salario mínimo en realidad prohíbe el trabajo asalariado en el segmento más bajo de la curva de oferta laboral. Bajo un salario mínimo suficientemente alto, ciertos trabajos solamente pueden ocurrir en el sector informal o en el ámbito familiar. En el sector informal con un patrón que no es de tu familia, simplemente se violan la ley del salario mínimo, la de afiliación a la seguridad social y las de impuestos laborales. En el caso del trabajo en el ámbito familiar, no hay necesidad de violar ninguna ley, porque en ese tipo de trabajo el patrón no está obligado a nada, ni siquiera al pago de un salario.

En la medida en que los señores Mancera, Chertorivsky, Esquivel, Merino y otros proponentes de salarios mínimos más altos tengan éxito, le vamos a negar la oportunidad a la gente más pobre, menos estudiada, con menos capital que se desempeña solamente en trabajos familiares de salir del ámbito de la familia y vender su trabajo en el mercado. Por eso, las tasas de desempleo no reaccionan a este precio: esa gente está empleada, pero con el peor empleador posible, que es un pariente explotador. A ese trabajador que está atrapado en el ámbito familiar el salario mínimo no le está ayudando en nada. A esa trabajadora en el ámbito familiar, que es más una esclava que una trabajadora, mínimo deberían darle un salario, no un salario mínimo. La tasa de participación laboral, que es distinta a la de desempleo, sufre, porque acaba habiendo más trabajadores descorazonados. Las políticas de salario mínimo acaban perjudicando a la gente a la que intentan beneficiar. No solamente la sociedad castiga a los más pobres marginándolos del sector educativo y de las oportunidades de participar en empresas y sectores de alto valor agregado: también hace su trabajo artificialmente caro.

Vale la pena pensar en el efecto que las políticas de salario mínimo han tenido en los países avanzados. La silenciosa automatización y digitalización de las economías avanzadas podrían ser atribuibles a que hemos prohibido a los individuos más pobres del planeta participar en esos mercados laborales, ya sea por la vía de las restricciones a la migración, políticas de salario mínimo, o gravámenes al trabajo asalariado. En teoría solamente, si el trabajo y otros factores de producción (capital físico o capital digital) son sustitutos imperfectos, existe una tecnología intensiva en uso de trabajadores que es igualmente eficiente que otra tecnología intensiva en capital físico o en capital digital. Simplemente el incentivo en los últimos 100 años ha ido hacia desarrollar algoritmos que sustituyan a las personas en lugar de desarrollar a las personas. A lo mejor cosas como el fenómeno Trump tienen mucho más que ver con nuestras intervenciones cortoplacistas en los mercados laborales, donde los patrones se levantan de la mesa aceptando negociaciones laborales onerosas, con la idea de trabajar en el largo plazo en mecanismos de automatización para salirse eventualmente de sus contratos laborales.

En IMCO hicimos un modelo de equilibrio general para explicar estos fenómenos. En él, el trabajo informal en realidad es trabajo familiar, que es el paraíso fiscal de los mercados laborales. En el trabajo familiar los patrones no están obligados a absolutamente nada. La ley los protege. Tenemos que pensar en la prevalencia de este tipo de trabajo en México (2/3 partes de la PEA), en las tecnologías antiguas que predominan en el trabajo familiar, y en la baja productividad de ese tipo de negocios. Según Santiago Levy, un negocio informal en los servicios es cientos de veces menos productivo que la empresa promedio en México. Si seguimos gravando el trabajo asalariado formal a través de un ISR a asalariados que no admite deducciones, estamos generando incentivos enormes a que el trabajo no se formalice. El impuesto estatal a la nómina abona a esta distorsión. En el modelo de IMCO, mostramos que esos impuestos absurdos al trabajo son incompatibles con un equilibrio de trabajo formal. Tendríamos que subsidiar el trabajo asalariado si esperamos que el trabajo en la economía sea formal. Así nació el famoso “crédito al salario”, que también ya se quedó corto, igual que el salario mínimo.

En conclusión, deberíamos tener una discusión amplia, seria, que considere varios tipos de intervención en los mercados laborales, para llevar más ingresos a las familias más pobres del país, e incentivar su ahorro y consumo. La discusión no debe estar centrada únicamente en el control del precio del trabajo en cierto segmento del mercado. Los dogmas de ambos lados de la discusión deben eliminarse, y aceptarse este objetivo común. Nuestras políticas públicas deben centrarse en mejorar la productividad de las familias y empresas, no gravar el trabajo asalariado de los más pobres, mejorar la dotación de capital físico y humano de la gente, especialmente los más pobres, mejorar la información de productividad y salarios, y en general, considerar los efectos de largo plazo que pueden tener malas intervenciones al mercado laboral.

Publicado por Animal Político

Fuente:http://imco.org.mx/articulo_es/mejor-minimo-un-salario/

Índice de Percepción de la Corrupción 2016 vía Transparencia Internacional

México cayó 28 posiciones con respecto al año pasado en el Índice de Percepción de la Corrupción 2016 que realiza anualmente Transparencia Internacional. Nuestro país pasó del lugar 95 en 2015 al 123 en 2016 y la calificación que obtuvo fue de 30 sobre 100 puntos en una escala donde 0 es una percepción de altos niveles de corrupción y 100 son bajos niveles de percepción de corrupción.

Este año el reporte evalúa 176 países (ocho más que la edición anterior) y mide aspectos como el gobierno abierto, rendición de cuentas, libertad de expresión, transparencia, niveles de integridad en el servicio público y acceso igualitario a la justicia.

¿Cuáles son los datos que se destacan de este informe?

  • Ninguno de los 176 países o territorios obtuvo una calificación perfecta.
  • Más de dos tercios de las naciones examinadas se encuentran por debajo de la media de la escala que se utilizó para medir la percepción de la corrupción. Es decir, la calificación promedio de todos los países fue de 43, lo cual indica un alto grado de percepción de corrupción alrededor del mundo.

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El top 10 está conformado por los mismos países que el año pasado, únicamente con ligeras variaciones. Dinamarca, Nueva Zelanda y Finlandia ocupan los tres primeros lugares. Le siguen Suecia, Suiza, Noruega, Singapur, Países Bajos, Canadá y Alemania.

Top 10

México obtuvo la misma calificación que naciones como Honduras, Laos, Moldova, Paraguay y Sierra Leona. Nuestro país obtuvo la peor puntuación de los 35 países miembro de la OCDE, cuyo promedio es de 69 sobre 100.

OCDE

Los países con peor desempeño son Somalia, Sudán del Sur y Corea del Norte.

En el continente americano, el país con la mejor puntuación es Canadá (82), seguido de Estados Unidos (74) y Uruguay (71), mientras que la más baja la obtiene Venezuela (17).

Fuente:http://imco.org.mx/politica_buen_gobierno/45206indice-de-percepcion-de-la-corrupcion-2016-via-transparencia-internacional/